Hoy vamos a reseñar Las Aventuras de Pitu y Guille, unas historias frescas y originales creadas por un padre que poco a poco fue creando sus propios cuentos para contárselos a sus hijos.
Los protagonistas son Pitu y Guille, los cuales vivirán muchas aventuras que tendrán que superar con su propia imaginación, confianza y fuerza de voluntad.
Las Aventuras de Pitu y Guille ayudan a estimular la lectura, ampliar vocabulario y desarrollar la imaginación.
El pequeño queda enganchado a las historias que nos narra José Naval, el autor de los cuentos, ya que usa numerosos recursos como la interacción con el lector mediante preguntas en la propia trama del cuento.
A a esto tenemos que añadir las frescas ilustraciones de Irina Hirondelle, coloridas y que en todo momento van acorde a la narración.
Tenemos horas de lectura garantizadas para nuestros pequeños 😉
Padres Frikis ha recibido 4 copias de los cuentos de Pitu y Guille, he probado un par de ellos con nuestros pequeños y estamos deseando de probar los otros. ¡Les han encantado!
Si queréis haceros con ellos haced click en este enlace:
Comprar en Amazon Las Aventuras de Pitu y Guille
El origen de Las Aventuras de Pitu y Guille
Para terminar os dejamos un párrafo de la mano del autor, José Naval, donde podréis descubrir la historia que hay detrás de Las Aventuras Pitu y Guille y cómo un padre fue poco a poco convirtiéndose en cuenta cuentos:
“Hola Padres Frikis,
Muchas gracias por vuestra oferta y el apoyo en esta iniciativa!
Te cuento un poco el proyecto de escribir cuentos infantiles. Antes te tengo que decir que soy ingeniero, que trabajo desde hace 30 años en tecnología del sector financiero, y que tengo la gran suerte de que me encanta mi trabajo!.
También he tenido la suerte de tener 4 hijos: los dos mayores ya tienen 30 y 28 años respectivamente… y los dos peques tienen 8 y 6 años recién cumplidos! En fin, no puedo ocultar que me gustan las familias numerosas (yo soy el tercero de 7 hermanos).
A mis 2 hijos mayores les encantaba que, de pequeños, les leyera cuentos al irse a dormir y con los de 8 y 6 años pasa lo mismo. Y también yo disfruto mucho de ese momento entrañable en familia.
Empecé leyendo los cuentos de los hermanos Grimm, en una edición de tapa dura forrada en tela, ilustrada con unas acuarelas preciosas y con un texto y una redacción muy fluida y amena, que era la que mi madre nos había leído a mis hermanos y a mí cuando éramos pequeños. Es decir, que el libro debe tener ya 50 años como poco. Hoy en día no se podría publicar tal cual, pues casi todas las historias se han vuelto “políticamente incorrectas”, y otras me parecen ahora de una crudeza tremenda.
Pasaron 20 años, y con mi tercer y cuarto hijo recuperé la sana y divertida costumbre de contarles los cuentos de los hermanos Grimm, leyéndoles la misma edición de hace 50 años, que iba cambiando sobre la marcha para suavizarla. Hasta que un día me pidieron nuevos relatos y decidí inventármelos.
Los comienzos fueron duros. Al principio necesitaba 5 o 10 minutos para planificar un poco la historia, mientras mis hijos, ya metidos en sus camitas, me presionaban para que empezase ya. Aquel sistema no era muy práctico y los niños se aburrían mientras yo seguía pensando y devanándome los sesos para idear un argumento, así que un día me lancé a improvisar sobre la marcha, sin tiempo para preparar nada: directamente empezaba con “Había una vez…” sin saber qué iba después, si una ballena que se quedaba varada en una playa o un niño que iba de excursión con su cole y se perdía en el bosque.
Las primeras historias las contaba un poco a trompicones, pero a medida que pasaban los días y seguía inventando historias cada noche, fui adquiriendo cada vez mayor facilidad para improvisar las aventuras de los protagonistas. Es increíble la velocidad a la que se puede adquirir una nueva habilidad si uno se esfuerza y es constante, dos cualidades que ahora por desgracia, están muy poco valoradas por la sociedad en que vivimos.
Al cabo de unos meses de inventarme dos nuevos relatos cada noche, había conseguido mucha práctica y los cuentos eran más fluidos. Cuando el argumento les interesaba, los peques se quedaban clavándome sus miradas fijamente. Sin pestañear ni abrir la boca. Sin moverse ni un milímetro, siguiendo con toda su atención el desarrollo de la trama (algunas veces habría jurado que estaban conteniendo la respiración). En cambio, en otras ocasiones el cuento les aburría y al poco se quejaban con un cruel “¡Jo papá, qué rollo!”. Este “feedback en tiempo real” como diríamos en mi sector profesional, es la clave de cualquier proceso de mejora y me permitió ir tomando buena nota de los ingredientes que hacen que un cuento sea interesante y divertido.
A los pocos meses, a sugerencia de mi mujer, comencé a grabar cada noche los cuentos improvisados. En total tengo más de 350 grabaciones con todo tipo de historias, trufadas de las espontáneas intervenciones de mis hijos, bien interrogándome por los cabos sueltos que inevitablemente me iba dejando para poder avanzar en la historia con cierto dinamismo o bien sugiriendo cambios en la trama sobre la marcha, aportando ideas muy imaginativas.
Los protagonistas de casi todos los cuentos son dos hermanos, Pitu y Guille, que viven muchas aventuras y se enfrentan a las situaciones difíciles con imaginación, confianza en sí mismos y fuerza de voluntad.
Y así nació la colección “Las Aventuras de Pitu y Guille”, que recoge una selección de las historias que, en opinión de mis hijos, son las más entretenidas. En algunos textos he incluido los espontáneos comentarios que mis hijos formulaban según avanzaba el argumento.
Los cuentos han sido ilustrados con cariño por Irina Hirondelle quien, con gran inspiración, consigue reflejar en las escenas la espontaneidad de los protagonistas.
He publicado los primeros 8 cuentos y confío en seguir publicando muchos más, especialmente aquellos en los que mis hijos no pestañeaban y contenían la respiración 😀
Un cordial saludo
José Naval”
Y hasta aquí esta reseña, espero que os gusten las Aventuras de Pitu y Guille tanto como a nosotros 😀